16/10/10

LUCÍA (2a. parte)

Sí, sí, por contradictoria y siniestra que te parezca; lo fuerte, lo distinto, es lo que me atrae.  Yo sé que a ti también te podría pasar lo mismo, la repulsión suele ser una débil máscara para encubrir el hambre de placeres que habita en cada uno de nosotros.  

Sin embargo, cuando convencí a Mateo de conocer en persona a Espejel, liberamos los demonios de una vez y para siempre.  Sé que es muy tarde para arrepentirme por haber insistido en disfrazarme de Sheila para ir a ese encuentro. 

Lo que sobrevino después fue  un tropel de sucesos locos y confusos.


Fui a la cita disfrazada de Sheila –pupilentes azules, peluca rubia, vestimenta de colegiala- y me entrevisté con un hombre que resultó ser sólo un emisario de Espejel.   Este sujeto llevaba por escrito una propuesta del Elías verdadero.  La transcribo tal cual, para que trates de imaginarte el porqué de los contradictorios sentimientos de pavor y fascinación que sentí al leerla.

            Exaltaré tu sed oculta de ser domada, humillada, poseída. Comprenderás que estoy mucho más cerca de ti de lo que creías. Puedo decirte que te elegí por esa pretensión tuya de ocultar la mujer sumisa que llevas dentro, te conozco bien y seré yo quién determine tu futuro: las acciones de tu vida -desde hoy están bajo mi control. Éstas son las instrucciones para nuestros próximos encuentros:
Aparecerás siempre desnuda – debes estar depilada, en caso de no estarlo debes hacerlo a la brevedad posible- o vestirás únicamente las prendas que yo te ordene debajo de tu ropa normal de calle. Nunca analices mis órdenes, no las proceses, sólo CÚMPLELAS;  siempre te dirigirás a mí como SEÑOR. Éstas son sólo mis primeras indicaciones: debes estar atenta para lo que sigue. 
No digas nada de esto a nadie, nada de avisarle a tu hermana o a tu querido Mateo, si lo haces podrías provocar mi furia y por lo tanto, la muerte de Doña Laura, tu linda madre. El círculo se está cerrando. Yo sé todo de ti, Lucía, todo el tiempo lo he sabido.”

La conducción del juego no estaba en mis manos. Nunca lo estuvo: saber que Elías era alguien cercano  a mí,  le dio un giro tajante al asunto. Él siempre había tenido el control. 

Entenderás por qué cambié tanto a partir de ese día. Y ahora el asunto está empeorando, Elías –con una voz que no logro identificar - me llama por teléfono para recordarme su propuesta y amenaza.  Me he mantenido en silencio pues no termino de reponerme, el miedo y la sorpresa me atan. No puedo más, ya no sé cómo reaccionar ante esta situación pero tampoco puedo suponerme viviendo el resto de mi vida con  esta zozobra.  Ignoro que será de mí después de este día y por eso es que te he contado todo.  Sólo un favor te pido:  ve por mi madre y llévala a tu casa, tú, como  su hija mayor, sabrás cuidarla y protegerla por si algo malo me ocurriera.  Y por favor, no trates de involucrarte, no pidas auxilio a nadie más, él es capaz de cualquier locura y yo no quiero provocar daños a terceros, más maldiciones para nadie.

No puedo seguir escribiendo más, estoy corta de tiempo y a punto de enloquecer con esta comedia que se volvió drama.  Quisimos ser la fantasía de un hombre y él terminó siendo nuestra pesadilla. Sheila y Elías abrieron las puertas que nos separaban de nuestros monstruos...  Lo siento.  Cometí un error y de alguna manera tendré que solucionarlo. Te llamo mañana.

Ese mismo día en la tarde, Lucía entra en la habitación de un pequeño hotel. 

Un hombre detrás de ella, le ordena callar y no voltear.  Atada, con los ojos cubiertos, y con la desnudez total que Elías exige, Lucía es iniciada en su adiestramiento.  Conoce el delirio y placer por las vías menos imaginadas: el azote, la cera, los toques, la lluvia dorada… 

Al final de la aceptación y ofrenda al amo, éste quita la venda que cubre los ojos de Lucía.  Ella –todavía suspendida en el goce- reconoce el rostro del verdadero Elías. Antes del grito, del llanto por la sorpresa,  recibe una bofetada que reafirma que ella es la esclava y el otro, su amo y dueño. 

 *****

-Sí, todo está bien, te estoy llamando de la oficina.  Fue una broma muy perra de Mateo y otro cuate de él. ¡De verdad!… sí, se pasaron..., pero es una pequeña muestra de lo pinche locos y dañados que estamos los de la generación X. Sí güey, me la creí completa, pero ahorita ya hasta nos queremos ir a celebrar la puntada. 
-Oye, un favor más: ¿podrías quedarte unas semanas con mamá? Es que voy a tomar un curso súper demandante y no voy a tener mucho tiempo para estar con ella.
-¡Perfecto! Yo te llamo después.  ¡Bye!
Luego de colgar el teléfono, Lucía se acerca a Mateo esperando la orden que le toca cumplir ese día.  Lo único que cambia en la hermandad queda bajo la ropa, bajo la piel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Princessa Beat, no le conocía esta faceta, debe trabajarla más. Me gusta.