5/9/10

SOL BRAVA


La pista era demasiado estrecha, tanto que colindaba con las mesas. Las bailarinas tenían que hacer verdaderos prodigios de coordinación para girar en el tubo sin patear las botellas de los parroquianos o de patear los cacahuates con que los meseros del Joker´s acompañaban cada cerveza.

Como en el lugar también ofrecían comida a tres tiempos, no era inusual que los oficinistas que ahí concurrían comieran su sopa de habas o su milanesa con papas a pocos centímetros de un coño fragante y expuesto.

Sin embargo, esta cercanía entre el alimento del cuerpo y el del alma daba pie a los más diversos chascarrillos y confusiones. Algunas teiboleras cábulas no dudaban en tomar los cubiertos de los comensales para restregarlos en sus humedades y devolvérselos al azorado, y no pocas veces, encantado, cliente. “Para que le agarres sabor, papito”, decían.

Sin embargo, la más jocosa ocasión de todas fue cuando una coreógrafa de tanga, especialmente efusiva, se acercó a una mesa en donde varios burócratas degustaban un kilo de arrachera y robó una de las cervezas. Sin dudarlo, metió el cuello de la botella dentro de sus intimidades, y se hizo una masturbación que pronto mereció el aplauso del respetable. Luego de algunas contracciones, la ya aletargada dancer tendió la botella al cliente, mirándolo agradecida, como se observa a algún amante esforzado.

 − Gracias, papito.

− ¿Cuál gracias, cabrona? − contestó el otro, tirando en envase al piso− ¿Y ahora quién putas me repone mi chela?

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