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27/10/12

ALGÚN PARAÍSO




Veo el reflejo que dibuja
tu piel sobre la mía
asumo que algún paraíso
existe aquí

Hilvano plegarias
para ti
sólo para ti
para que me alcances
cuando me doy a la fuga
líquida y aérea

Ahora sólo es cuestión
de coincidir
de que el cansancio no me tire
de que tus ganas no se agoten
de que el país no reviente antes del fin

Esto es cierto:
me reconcilio con el universo
cuando atraviesas mi alma
y naufragas  dentro de mí


Carmen Saavedra Saldívar


6/4/12

PEQUEÑA REDENCIÓN

Serás redimido cada noche en mi pila bautismal


Fuente incesante y bendita del deseo
            maldito deseo
que me convierte en pozo para la dimensión de tu celo


Derramarás perlas en el camino de mi piel 

mientras encuentras la llave del paraíso

6/1/12

VERBOS PARA TOCARTE


Sobre la humedad
(de mis ojos cuando te imaginan)

Humedecerte                                                      
sólo un poco
Impregnarte                                                       
de flores nocturnas
Mojarte                                                             
gota a gota 
Calarte   
lento sólo lento
Sudarte
con sabor a líquida sal
Bañarte  
en mi cascada particular
Rociarte
en la explosión primera
Inundarte
será el diluvio para dos
Bautizarte
con nuevos nombres

Sobre beber
(de mi fiebre cuando te susurra)

Vaciarte 
tu cuerpo es la fuente
Extraerte 
buscaré tus vetas ocultas
Resecarte
hasta lo último
Exprimirte
sin prisa e implacable
Derramarte
sólo dentro de mi pasión
Volcarte
erupción de milenios
Verterte
seré tu vértebra ineludible
Agotarte 
una y otra vez
Sangrarte
en el corazón nomás

2/10/11

TODAVÍA



Todavía
tengo el fuego que me regalaste
dentro de mí
y el tatuaje en mis piernas que dice que es cierto
que ocurrió
que fue ráfaga y lluvia

No hay modo de ocultarlo
quiero más
deslizarme en la oscuridad para beberte
delirar en la asfixia del beso infinito
 
Todavía siento el rastro de tus manos en mi espalda
y quiero más
de esta pasión de ciegos y locos
de estas ganas de ser  cueva y signo

Todavía me toco y sigo pensando en ti


5/5/11

UNA Y OTRA VEZ


Hace una noche fui penetrada
lentamente
mi deseo fue líquido
una y otra vez

una
y
otra
vez

Somos tan distintos baby
pero no me importa
sólo quiero lamer tu sombra
y desmayar contigo
dentro de mí

Átame a tu cama
para que volemos juntos
amárrame a tu cuerpo
para beber de ti

Sí, somos tan distintos baby
pero sólo quiero desnudarme
para que me des
lo que tú sabes darme

Te digo esto
porque quiero repetirlo
sobre ti:
derramarme
disolverme
una y otra vez

una
y
otra
vez

27/12/10

ALBERGUE TRANSITORIO


Caminamos sin importar el tiempo
antes y después

Bebimos en la esquina de la predestinación
y recibí el beso cinemascope tan esperado

El mundo quedó suspendido por  unas horas
en el albergue de los mandalas graffiteados

Descubrí nuevamente mi piel bajo tus manos
y escuchamos esa vieja tonada de idilios imposibles

Caminamos de la mesa a la cama
y viceversa
y viceversa

Mi corazón se acercó a tu vida viajera
y reventó en luces multicolores

Noche mágica donde no hubo miedo
sólo esta pasión concentrada
de ser quién somos

Madrugada del sur
Madrugada de amor urgente
y luna llena

16/10/10

LUCÍA (2a. parte)

Sí, sí, por contradictoria y siniestra que te parezca; lo fuerte, lo distinto, es lo que me atrae.  Yo sé que a ti también te podría pasar lo mismo, la repulsión suele ser una débil máscara para encubrir el hambre de placeres que habita en cada uno de nosotros.  

Sin embargo, cuando convencí a Mateo de conocer en persona a Espejel, liberamos los demonios de una vez y para siempre.  Sé que es muy tarde para arrepentirme por haber insistido en disfrazarme de Sheila para ir a ese encuentro. 

Lo que sobrevino después fue  un tropel de sucesos locos y confusos.


Fui a la cita disfrazada de Sheila –pupilentes azules, peluca rubia, vestimenta de colegiala- y me entrevisté con un hombre que resultó ser sólo un emisario de Espejel.   Este sujeto llevaba por escrito una propuesta del Elías verdadero.  La transcribo tal cual, para que trates de imaginarte el porqué de los contradictorios sentimientos de pavor y fascinación que sentí al leerla.

            Exaltaré tu sed oculta de ser domada, humillada, poseída. Comprenderás que estoy mucho más cerca de ti de lo que creías. Puedo decirte que te elegí por esa pretensión tuya de ocultar la mujer sumisa que llevas dentro, te conozco bien y seré yo quién determine tu futuro: las acciones de tu vida -desde hoy están bajo mi control. Éstas son las instrucciones para nuestros próximos encuentros:
Aparecerás siempre desnuda – debes estar depilada, en caso de no estarlo debes hacerlo a la brevedad posible- o vestirás únicamente las prendas que yo te ordene debajo de tu ropa normal de calle. Nunca analices mis órdenes, no las proceses, sólo CÚMPLELAS;  siempre te dirigirás a mí como SEÑOR. Éstas son sólo mis primeras indicaciones: debes estar atenta para lo que sigue. 
No digas nada de esto a nadie, nada de avisarle a tu hermana o a tu querido Mateo, si lo haces podrías provocar mi furia y por lo tanto, la muerte de Doña Laura, tu linda madre. El círculo se está cerrando. Yo sé todo de ti, Lucía, todo el tiempo lo he sabido.”

La conducción del juego no estaba en mis manos. Nunca lo estuvo: saber que Elías era alguien cercano  a mí,  le dio un giro tajante al asunto. Él siempre había tenido el control. 

Entenderás por qué cambié tanto a partir de ese día. Y ahora el asunto está empeorando, Elías –con una voz que no logro identificar - me llama por teléfono para recordarme su propuesta y amenaza.  Me he mantenido en silencio pues no termino de reponerme, el miedo y la sorpresa me atan. No puedo más, ya no sé cómo reaccionar ante esta situación pero tampoco puedo suponerme viviendo el resto de mi vida con  esta zozobra.  Ignoro que será de mí después de este día y por eso es que te he contado todo.  Sólo un favor te pido:  ve por mi madre y llévala a tu casa, tú, como  su hija mayor, sabrás cuidarla y protegerla por si algo malo me ocurriera.  Y por favor, no trates de involucrarte, no pidas auxilio a nadie más, él es capaz de cualquier locura y yo no quiero provocar daños a terceros, más maldiciones para nadie.

No puedo seguir escribiendo más, estoy corta de tiempo y a punto de enloquecer con esta comedia que se volvió drama.  Quisimos ser la fantasía de un hombre y él terminó siendo nuestra pesadilla. Sheila y Elías abrieron las puertas que nos separaban de nuestros monstruos...  Lo siento.  Cometí un error y de alguna manera tendré que solucionarlo. Te llamo mañana.

Ese mismo día en la tarde, Lucía entra en la habitación de un pequeño hotel. 

Un hombre detrás de ella, le ordena callar y no voltear.  Atada, con los ojos cubiertos, y con la desnudez total que Elías exige, Lucía es iniciada en su adiestramiento.  Conoce el delirio y placer por las vías menos imaginadas: el azote, la cera, los toques, la lluvia dorada… 

Al final de la aceptación y ofrenda al amo, éste quita la venda que cubre los ojos de Lucía.  Ella –todavía suspendida en el goce- reconoce el rostro del verdadero Elías. Antes del grito, del llanto por la sorpresa,  recibe una bofetada que reafirma que ella es la esclava y el otro, su amo y dueño. 

 *****

-Sí, todo está bien, te estoy llamando de la oficina.  Fue una broma muy perra de Mateo y otro cuate de él. ¡De verdad!… sí, se pasaron..., pero es una pequeña muestra de lo pinche locos y dañados que estamos los de la generación X. Sí güey, me la creí completa, pero ahorita ya hasta nos queremos ir a celebrar la puntada. 
-Oye, un favor más: ¿podrías quedarte unas semanas con mamá? Es que voy a tomar un curso súper demandante y no voy a tener mucho tiempo para estar con ella.
-¡Perfecto! Yo te llamo después.  ¡Bye!
Luego de colgar el teléfono, Lucía se acerca a Mateo esperando la orden que le toca cumplir ese día.  Lo único que cambia en la hermandad queda bajo la ropa, bajo la piel.

10/10/10

LUCÍA (primera parte)


...la idea de desencadenar algo, cualquier cosa,
me parece oscuramente necesaria.
Julio Cortázar

Te escribo para que me entiendas, para que sepas por qué me urge tu ayuda.  Este lío comenzó cuando Aureliano, un nuevo compañero, llegó a la oficina.  Desde el primer día nos molestó su actitud con las mujeres: se la pasaba invitándonos a salir y alardeaba vulgarmente sobre sus proporciones anatómicas y  habilidades en la cama.

Por eso, y quizás por falta de otras cosas que hacer, se me ocurrió jugarle una broma pesada por internet.  Mateo –como siempre-  festejó mi ocurrencia y de inmediato se agregó a la maquinación virtual que pondría en su lugar al patán.  Desde los tiempos de La Ibero  -Mateo y yo- hemos sido incondicionales  y cómplices en más de una correría, nos hemos ayudado, encubierto, solapado; por eso, los envidiosos de la oficina no tardaron en apodarnos los hermanos.

Bueno, volviendo a lo del tal Aureliano, éste, además de molestarme con sus necias invitaciones, intentó ridiculizarnos a Mateo y a mí, que si éramos unos fresas, que si no me dejaba salir Mateo, que parecíamos una mafia, etcétera, etcétera.  Nos hartó y por eso –con mayor entusiasmo-  decidimos burlarnos de él.

El medio para consumar la broma era internet, pues es la manera ideal para quedar en el anonimato. Hace algún tiempo ingresé yo misma a las listas de cupido.com, ya que Mateo conocía este sitio (acuérdate, es un nerd que sabe muchísimo sobre la red) y me dijo que podría conocer más hombres por esta vía.  Lógicamente, la propuesta de multiplicar mis contactos con miembros del sexo opuesto, me atrajo y decidí modernizarme siguiendo los sabios consejos de mi amigo del alma.  

 Animada por mi recién adquirida experiencia virtual, yo misma incité a Aureliano a registrarse en cupido.com, diciéndole que ahí podría encontrar mujeres con afanes sentimentales o sexuales, y que no le mentía, pues nosotros, los hermanos,  también éramos usuarios y habíamos ligado a muchas personas en ese sitio. Aureliano, feliz y convencido con mi rollo mareador, dejó que lo inscribiéramos, y así, juntos, diseñamos su seudónimo y perfil.
Valga decir, que previamente Mateo había inventado una mujer virtual en dicho sitio: Sheila, veinte años, delgada, ojos celestes, estudiante y buscando un maestro que la iniciara en otros caminos de experimentación erótica, senderos que podrían incluir los juegos del aprendizaje y la obediencia.  Creímos que Aureliano se derretiría con tal estereotipo: bella, joven y dispuesta a ser dirigida en su cachonda primavera sexual. 

Como Mateo hizo el perfil de Sheila me pidió que yo redactara el primer mail para Aureliano.  Y aunque al principio me resistí, pues siento que escribir no es lo mío, lo tuve que hacer pues Mateo dijo que él apoyaría la broma, pero que yo tenía que participar igual que él.  Por lo tanto, redacté el primer mensaje y déjame decirte, que yo misma me sorprendí por lo bien que me salió: ciertamente parecían las palabras de una fue experta en sexo extremo y otras locuras. Hasta Mateo se maravilló por lo bien que me quedó el mensaje y me dijo el muy sangrón: “Lucía, dentro de ti hay talentos muy ocultos que yo desconocía, fíjate, tantos años de conocernos para apenas venir a enterarme de esto”.  

Cuando Aureliano recibió el mail corrió a pedirme mi opinión sobre Sheila. Yo lo felicité: “Ándale, eso es lo que te hacía falta, una cogelona de primer nivel”… pero el pobre me contestó que “ni madres, esa vieja de seguro es puta, quién sabe qué intenciones tendrá”, y con cara de susto recurrió a una amplia gama de excusas para no enfrentar sus deseos y limitaciones.  Yo me di por satisfecha con semejante reacción del  falso machín,  y comprendí la sabiduría del dicho aquel de “perro que ladra, no muerde”.  Más tarde, Mateo y yo,  nos reímos a morir con la anécdota del  recatado Aureliano.

Aquí esta historia debería haber terminado,  pero no fue así.

Sheila, desde el día de su nacimiento, recibió infinidad de mensajes que fuimos leyendo puntualmente. Animados constatábamos el alboroto y lujuria que provocaba nuestra mujer virtual.  La mayoría de los que escribían se definían como “máquinas sexuales” y dejaban su teléfono y dirección para que Sheila los buscara, es decir, se esforzaban poco, evidenciando sus ansias por fornicar rápido, barato y sin complicaciones emocionales.  A estas alturas, lo de Aureliano quedó atrás, Sheila ya tenía existencia propia -y al parecer-, tenía más éxito que nosotros mismos en las listas del sitio electrónico.   A mí, me escribían algunos, pero eran tan aburridos que pocas veces les contestaba; en el caso de Mateo, ni que hablar, él tan especial, tan raro con las mujeres (más de una vez, llegué a pensar que a lo mejor le gustaban los hombres), pues de plano no hacía click con ninguna de las que le escribían. 

       En ese contexto fue que apareció Elías Espejel.

Desde su primer mensaje nos impactó por el tipo de lenguaje utilizado, -mezcla de cultura y perversión- que dejaba entrever una sórdida propuesta, Elías si entendió lo de búsqueda de un “maestro” (tú sabes, dominación, sumisión, amos, esclavas) y se presentaba como un especialista en esta categoría sexual.  Y para que te des una idea, lee este correo suyo:
“Quiero aclararte que no estoy dispuesto a engaños.  En tu perfil señalas que buscas un ‘maestro’ y yo lo soy, pero necesito que me confirmes el tipo de sumisa que eres tú.  Mi concepto de dominación es que ésta se encuentra en la correcta disciplina administrada en los momentos adecuados.  Aunque te estoy diciendo que jugarías un papel dócil, no lo harías porque seas débil o estúpida, todo lo contrario, te entregarías a mí por fuerza y orgullo.  Tal vez te estás preguntando qué me lleva a decirte todo esto.  Todos deseamos algo más, nuestras búsquedas son por la necesidad de algo más, y tú y yo lo reconocemos sin vergüenza alguna. Seré tu instructor y comprenderás que el dolor no es el fin, sino el medio para la purificación.  Hemos iniciado el juego.”

Cuando terminamos de leer, sentí que algo se había instalado dentro de mí, algo subterráneo y oscuro que me hacía presentir y desear el nacimiento de otro tipo de juego. Este deseo por aquello que golpeara mi cotidianidad, logró erizarme tanto, que -con pena-  pretexté ir al baño para que Mateo no se percatara de las huellas de la excitación bajo mi blusa.

Y sí, yo comencé la broma –como dice la canción- pero no imaginé  lo que iba a pasar.  Cuando apareció Espejel también se evidenció la fragilidad de nuestro vínculo: si  dejaba de escribir dos o tres días, nos poníamos de mal humor, no había tema de conversación, es más, nos dábamos cuenta que ni éramos tan  buenas personas, la mezquindad y los desencuentros se sucedían frecuentemente.  Y si al principio me negué, ahora me peleaba con Mateo por ser yo la que le escribiera los mails a  Espejel.  Lo que ahora nos unía era esa pulsión por el mundo extraño, ajeno y peligroso que insinuaba Elías.

            Mi mayor ilusión era llegar y encontrar un correo suyo. Apresurada, procuraba llegar antes que Mateo a la oficina, para -a solas- poder deleitarme con los textos de Espejel.  Me fascinaba, pues además de revelarme cuestiones no conocidas, también parecía ir adivinando mis reacciones frente a la pantalla.  Por ejemplo, lee este otro mensaje.

               “Sheila, ¿tu cuerpo sufre escalofríos cuando me lees?  Aunque lo niegues, yo sé que es así…  que enardeces con cada palabra mía, ahora mismo presiento la humedad, el calor, las erecciones en tu cuerpo.  A través de tus mensajes me has dado la impresión de que eres una hembra cansada de fingir ser normal en el aspecto sexual; necesitas quien te indique qué hacer y cómo hacerlo, eres una hembra acercándose a su verdadera naturaleza y destino: ser poseída sin miramiento alguno.  Es tu momento para dejar de ocultarte y afrontar tu destino.
        Sin importar si tienes experiencia previa o no, deberás estar dispuesta a someterte a un adiestramiento estricto, con el cual modificaré tu conducta a mi gusto.”
Yo sé que cualquier otra gente se habría retirado de este juego inmediatamente. Él mismo Mateo me decía que  abandonáramos esto, que podía volverse peligroso.  Pero yo me negué. Siempre me he considerado una jugadora, una especialista en el juego: sabía arriesgarme pero también retirarme a tiempo.  Lo de Espejel no iba a ser la excepción, él me divertía, por lo que  seguiría retozando un rato y cuando dejara de estimularme, ¡zas!, cerraría esta dirección electrónica y asunto terminado. 

Continuará...

29/8/10

USTED


Daniel manejaba despacio por la sinuosa carretera a Cuernavaca. El silencio instalado entre Paula y él era acompañado por las voces que salían del radio de transistores que ella llevaba entre las manos “Usted llenó mi vida de dulces inquietudes y amargos desengaños…”

Paula lloraba en silencio luego de la última discusión que habían tenido. No podía entender como Daniel se negaba a casarse con ella. Con ella que le había mostrado cuanto lo amaba. Y la gente no dejaba de criticarla por todo: porque vivía sola en México, porque trabajaba fuera de su casa como maestra, porque tenía veinte años y no había conseguido casarse todavía, porque su novio, el profesorcillo ese, sólo se estaba burlando de ella.

Para hablar sobre su relación habían planeado ese viaje de fin de semana a Cuernavaca. Para discutir lo del matrimonio y tomar una decisión definitiva al respecto. Y ahí iban, Daniel, incómodo y presionado y Paula, angustiada e insegura. Daniel no estaba convencido de querer compartir su vida con una mujer tan obsesiva como su novia, él era de temperamento más bien tímido y calmado y no entendía que la vida pudiera vivirse como un relámpago, como una flama eterna de pasión. Porque así era Paula, algo neurótica y febril. Y eso no era bien visto por su familia. Su madre deseaba una nuera dócil y Paula no parecía corresponder a su expectativa… y la opinión de su madre era fundamental para él, estuviera o no de acuerdo. De pronto se sentía hastiado de estar lidiando permanentemente con dos mujeres tan caprichosas y necias. Parecía que lo perseguía un destino siniestro con las mujeres.


Por eso suspiró tranquilo cuando llegaron a la cabaña en Cuernavaca. El silencio se resolvía por cuestiones prácticas como llegar e instalarse en el lugar. Después de un rato parecieron olvidar sus rencillas al reencontrarse en el beso que buscaba prolongarse por toda la noche. En eso estaban cuando tocaron la puerta fuertemente. Los dos saltaron. ¿Quién podría ser? ¿quién sabía que ellos estaban en ese lugar?
Al abrir la puerta apareció el rostro descompuesto de la madre de Daniel. Rostro fúrico que más que de una madre parecía el de una amante traicionada.
Loca de rabia se abalanzó a abofetear a Paula mientras la calificaba de ser una seductora y perdida. Daniel, quieto e inmóvil observaba la escena como si no le incumbiera, lo cual exacerbó los ánimos de Paula y su madre. ¿Cómo era posible que no tomara partido y defendiera a alguna de ellas? ¿Cómo era posible que las dejara solas pidiéndoles que conversaran y se calmaran? Daniel sólo sonrío y les pidió que intentaran hablar como amigas pues pronto serían familia. Paula feliz brincó a sus brazos y lo llenó de besos ante el desconsuelo absoluto de su futura suegra. Daniel les pidió intentaran conciliar sus diferencias en lo que él iba al pueblo más cercano por algunos víveres que faltaban para preparar la cena de celebración.

Minutos después que Daniel saliera de la cabaña las únicas palabras que existieron fueron las que gritaron dos mujeres que nunca entendieron el engaño mientras el fuego devoraba esa cabaña sellada.



Daniel va silbando tranquilo, contento. El que es tan poco expresivo se atreve a ser feliz. Prende la radio de Paula y vuelve a escuchar la canción de moda que ahora por primera vez le dice algo:“Usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos… su amor es como un grito que llevo aquí en mi alma y aquí en mi corazón… usted me desespera, me mata, me enloquece…”